A más de una persona hemos escuchado hablar horas y horas sobre ese amor loco por el que están atravesando, esa relación llena de fuego, descontrol y pasión –del tipo: no puedo quitarte los ojos de enseguida-. Te hablan de cómo no pueden vivir sin el otro, de lo maravilloso, grandioso, perfecto que es. Escuchas como lo idealiza, lo agranda, lo venera. Pues justo eso fue lo que le paso a Anna Karenina.
Anna Karenina es la protagonista de la obra literaria de Lev Tolstoi en 1877. Ella tenía una vida tranquila, estaba casada y tenían 1 hijo, hasta que conoció a un militar por quien lo abandona absolutamente todo: su marido, su posición social, su hijo, y finalmente su vida.
Síndrome de Anna Karenina
Este síndrome combina un patrón afectivo obsesivo junto a una dependencia absoluta por la figura amada. Tal como pueden suponer, esto afecta considerablemente al resto de ámbitos de la vida de la persona, volviendo todo secundario y dedicándose únicamente a la veneración de la pareja.
Ahora, la pregunta de millón: ¿qué tiene de malo amar tanto a alguien? Pues es que amar obsesivamente es sin duda alguna, la peor forma de amar. Claro, al principio ese amor descontrolado puede parecer de lo mas atractivo pero te puede llevar a las peores sintomatologías que una enfermedad puede contener.
- La angustia por ejemplo, de pensar que la persona nos va a dejar de amar o a no tenerlo para siempre a nuestro lado. Angustia a ser engañado, a que tenga otras prioridades o a que el amor no sea recíproco.
- “sin ti no soy nada”, “no pudiera imaginarme la vida sin ti” son implicaciones del miedo. Miedo a estar solo, miedo a la pérdida del significado de tu vida, miedo paralizante, que difícilmente te va a permitir desenvolverte en alguna otra área de tu vida.
- Descontrol personal y dependencia absoluta, incapaces de ver donde están los límites, abandonando a las personas que queremos o nuestras responsabilidades por aquella persona a la que amamos, renunciando a lo que nos define, a quienes somos, a nuestra esencia.
- Pérdida absoluta de autoestima, de integridad, de dignidad, de equilibrio emocional.
No me quieras tanto, quiéreme mejor
Lo ideal está centrarse en la calidad, mas no en la cantidad.
- Mantén tu vida y su esencia: tus amistades, tus actividades, tus momentos de soledad, tu familia, tus valores.
- Se protagonista de tu propia felicidad. Debemos ser capaces de primero que nada, crecer interiormente, ser personas completas, equilibradas y maduras para de esta manera hacernos felices a nosotros mismos y, a su vez, ser capaces de hacer felices a otros.
- Tu pareja debe ser eso, pareja, por lo tanto no busques en ella llenar vacíos o completarte. Primero siéntete plena tu para luego entablar una relación de pareja.
- Amar no es de ciegos. Ten los ojos bien abiertos ante el comportamiento del otro y ante tu manera de sentirte y comportarte con él. ¿es sana?, ¿me siento en paz?, ¿me respeta?, etc…
- Seamos capaces de poner límites: de tiempo, de comportamientos, incluso de emociones y sentimientos. En el balance esta el gusto.